En pleno #quédateencasa hemos tenido que ir dos veces al médico. En Berlín, ya hay una serie de medidas de seguridad que deben tomar los consultorios médicos para evitar contagios de Coronavirus. En la puerta del otorrino hay un letrero bien claro que dice: “Si tienes síntomas como fiebre, tos o dificultad para respirar no entres. Vé a casa y llama a tu médico de cabecera.” Más abajo indica que hay que mantener una distancia de 1.5 mts entre las personas. En el suelo está marcado dónde puedes esperar de pie tu turno en la fila para estar a esa distancia del siguiente paciente. El que no cabe en el pasillo debe esperar afuera. En el mostrador de recepción han colocado un vidrio y las enfermeras llevan todas mascarilla (cubreboca) y guantes. Hace algunas semanas, no era obligatorio para los pacientes traer mascarilla. Solo nos han recibido por tratarse de una otitis, cualquier cita menos urgente ha sido pospuesta para dentro de un mes.
Nos toca nuestro turno, me dicen algo las enfermeras, pero con mascarilla no les entiendo nada. Les indico que uso audífonos y no comprendo. Entonces me escriben la pregunta. Paso a esperar nuestro turno a la sala de espera, hay un asiento libre y uno cancelado intercaladamente, para mantener también ahí la sana distancia. Me indican con la mano que es nuestro turno y mi hija y yo pasamos con el médico.
El médico también trae mascarilla y cuando le explico que no me entero de lo que dice, suspira y se retira la mascarilla. Sabe de sobra que si no veo su boca, no puedo entender lo que me dice.
He de reconocer que en un principio me sentí aliviada, pero con forme fueron pasando los minutos me empezó a invadir la angustia de que al no usar mascarilla podría llegar a contagiarnos. Opté por sacar mi app de transcripción instantánea y con ella me pude apoyar para comprender mejor el diagnóstico, así como los pasos a seguir y ellos mantener sus mascarillas puestas casi todo el tiempo.
Sentimientos encontrados.
Al salir, lo de mi hija ya no me preocupaba, por que no era grave. Pero me sentí molesta de que un Otorrino no tuviera organizada una solución para sus pacientes con pérdida auditiva considerando que es su especialidad y que, por no entenderles yo sin ver los labios, nos podíamos haber expuesto al virus. Evidentemente la inminente necesidad de usar mascarillas nos ha tomado a todos desprevenidos.
Impotencia, frustración.
¿Qué es más grande, el miedo al contagio o el miedo al aislamiento?

En Europa están pasando hoy en día de recomendar el uso de mascarillas a hacerlo obligatorio en lugares como el transporte público, el supermercado, el médico, las tiendas. La semana pasada en Brandenburgo, Alemania, publicaron algunas excepciones, entre otras que las personas con discapacidad auditiva y sus acompañantes no vamos a estar obligados al uso de mascarillas para podernos comunicar, siempre y cuando mostremos nuestra credencial de discapacidad.
¿Es esta de verdad una solución? No sé si me da gusto o pánico. Soy la primera que quiere leer los labios a la gente con la misma facilidad de antes. Pero ser los únicos sin mascarilla nos va a poner en riesgo de ser rechazados por el resto de la población por no participar en “tu me cuidas, yo te cuido” (la verdad con razón) y convertirnos en un sector “que hay que evitar”. Entonces otra vez sufrir exclusión y rechazo. No me ha pasado, pero ya veo venir la problemática.
Según la encuesta que realizamos en la página de Casa Caracol en Facebook, el 81% de los encuestados encuentra mejor el uso de mascarillas transparentes como solución si se hacen obligatorias las mascarillas en su lugar de residencia, contra 19% que opta por recurrir a las App de transcripción instantánea.
Esas mascarillas transparentes, para cumplir su función, deben ser usadas no necesariamente por la persona sorda sino por todos sus interlocutores. Es decir, sus familiares, profesores, amigos, colegas de trabajo y todo personal con quien requiera conversar. Para que lleguemos al punto en que todos médicos, todas las tiendas, todo el personal de servicios de transporte, etc. etc. etc. tenga asumido el uso de mascarillas transparentes va a hacer falta una campaña de concientización fuerte de parte de la comunidad hipoacúsica y sorda hacia la sociedad. Según algunos expertos, el Covid-19 puede estar presente en nuestro entorno hasta por 2 años más.

La nueva normalidad no va a facilitarnos la vida a las personas con hipoacusia, pero está en nosotros trabajar juntos para hacernos la vida más fácil y transitar por la época que nos toca con sana distancia, pero no más aislados que los demás.
Anneliese Castro es fundadora de Casa Caracol, el sitio web para personas con pérdida de audición. Para recibir más posts como este vía email, suscríbete a nuestro Blog.